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sábado, 27 de julio de 2013

El olivorismo y los intelectuales dominicanos

Gracias a MEDIAISLA
FERNANDO VALERIO-HOLGUÍN [mediaisla] El movimiento mesiánico y milenarista del olivorismo constituye una de las más importantes expresiones de la cultura popular en la República Dominicana.
El año pasado, cuando el  Rafael Emilio Yunén, Director General del Centro Cultural Eduardo León Jimenes, me invitó a hablar sobre Liborio, pensé oportuna la ocasión para releer algunos textos, revisar conceptos, ponderar nociones, ponerme al día con los nuevos aportes sobre el olivorismo, en el marco de los Estudios Culturales, y replantear la significación social y el imaginario de muchos dominicanos, así como de varios intelectuales con respecto a este movimiento, que  ha sido objeto de estudios sociológicos, históricos y antropológicos, a causa de la intensidad, las implicaciones socio-políticas y la riqueza de su producción semiótica. En este breve artículo, extraído de la conferencia, me concentraré en el análisis del olivorismo como conjunto de discursos acerca del mesías dominicano Olivorio Mateo (Liborio).
En sus cuadernos escritos en la cárcel, Antonio Gramsci dedica una  al establecimiento de los vínculos entre la hegemonía política y la llamada “opinión pública”. Para Gramsci, la “´opinión pública´ [...] es el punto de contacto entre la ´sociedad civil´ y la ´sociedad política´, entre el consentimiento y la fuerza”. La , la prensa, el cine, la televisión y la  pueden crear, inmediatamente antes o después de alguna acción del , “sensaciones” y emociones que manipulen las ideas con fines de crear un consenso en las clases subalternas. A través de los medios de comunicación, los intelectuales dominicanos de la clase política prepararon la opinión, antes y después, para la represión, persecución y masacre de las comunidades olivoristas, que opusieron resistencia semiótica y armada en múltiples ocasiones.
En 1909, un año después de la aparición de Liborio, la prensa local comenzó a publicar artículos para denostar este movimiento. El periódico La Voz del Sur de San Cristóbal publicó un artículo escrito por Antonio Hoepelman en el que se calificaba a Olivorio como “sucio vagabundo, loco e incapaz de curarle a nadie ni siquiera un dolor de cabeza”. También, Emigdio Garrido Puello publicó, el 11 de junio de 1910 en el Listín Diario, un reportaje en el que se “informa que en Guerra apareció un enviado de Olivorio ordenando a  y  usar trajes adánicos” . En otro reportaje del periódico El Imparcial de Higüey se dice que Liborio visitó la comunidad de Juanillo donde “convirtió en santas” a varias mujeres. El mismo Garrido Puello, quien denigra la imagen de Liborio, expresa que aunque reconoce que el mesías era un “desequilibrado mental”, no llegó a cometer los “disparates que le imputa la crónica”.
Emigdio Garrido Puello, fundador del periódico El Cable de San Juan de la Maguana, fue el primer intelectual dominicano en escribir un  sobre Liborio: Olivorio: Un histórico (1963). Es sorprendente y curioso —aunque no coincidencial— que pasaran cincuenta y cinco años antes de que algún intelectual dominicano se interesara en escribir acerca de este fenómeno social y cultural. Primero, habría que decir que ese largo silencio se debió en parte por tratarse de un espacio de la cultura popular que no “valía la pena” reivindicar durante la Primera Invasión Norteamericana, ni mucho menos durante los treinta años de la dictadura trujillista. Es precisamente en 1963, un año después de la masacre de Palma Sola, ordenada por el Consejo de Estado (1961-1963), cuando Garrido Puello publica su libro.El autor formaría parte del del Triunvirato que sucedió al Consejo de Estado.
El retrato de Liborio que elabora Garrido Puello es el siguiente: “Los antecedentes de Olivorio no podían hacer sospechar que en su figura inatractiva y estrafalaria se gestaba un futuro predestinado. Olivorio era bajetón, mulato obscuro, pelo crespo, frente amplia, barba y bigote largos y descuidados y un  aproximado de 175 libras. En toda la extensión de su ensayo, Garrido Puello usa calificativos peyorativos o minimizadores para referirse tanto a Liborio como a las creencias del movimiento. Entre los más frecuentes se encuentran: tonto, estúpido, zarandajas, primitivo, herejía, infantilidad, insustancial, disparates, absurdo, perversión, patán, brujerías, embustes, simples y supercherías. Todas estas palabras remiten al mismo tropo primitivista que deriva premisas como las siguientes: los primitivos son supersticiosos, los primitivos son infantiles, los primitivos son ignorantes, los primitivos, etc. Si se sustituye el sujeto “los primitivos” por el de “los olivoristas” se obtendrá, a través de un silogismo, la conclusión “los olivoristas son primitivos”. Desde los inicios del movimiento, las élites del país construyeron un discurso haitianizante y/o primitivista con respecto al olivorismo, que terminó justificando la represión generalizada del movimiento y la ulterior masacre de 1962.
Por su parte, Víctor Garrido opina que “Hasta que apareció llamando la atención de la gente, Olivorio había sido un campesino insignificante, pobre jornalero, en quien se podían notar indicios de anormalidad cerebral”. Víctor Garrido va más lejos que Emigdio Osvaldo Garrido Puello. Si para este último, Olivorio era un loco, para Víctor Garrido, sólo bastaba ver a Olivorio para darse cuenta de que adolecía de una “anormalidad cerebral”. También, Horacio Blanco Fombona, escritor venezolano que residió en la República Dominicana durante la ocupación militar norteamericana de 1916, describe a Liborio de la siguiente manera: “Negro, al parecer de pura raza, sin estar contaminado ni de blanco ni de indio; feo como un ídolo azteca… la boca anchísima; el belfo carnoso; los ojos muy cargados de flúido [sic] magnético dejaban ver grandes porciones rojizas en la parte blanca”. Esta última descripción coincide con la de Garrido Puello. Como en las descripciones anteriores de Liborio, se puede notar que existe un marcado racismo que insiste en deformarlo o caricaturizarlo.
En su libro Gone Primitive, Marianna Torgovnick define el primitivismo como un conjunto de tropos diversos y contradictorios que conforman una gramática y un vocabulario referidos al Otro. Estos tropos, que consisten en imágenes e ideas recurrentes, fueron cruciales en la formación de la identidad cultural de los europeos. A través de los tropos, los europeos construyeron una visión acerca del Otro como manera de lidiar con las diferencias culturales y a la vez como justificación de la colonización en Asia, África y América. Las élites dominicanas se han apropiado del discurso primitivista europeo y lo reproducen con respecto a los haitianos, así como también al movimiento olivorista para construirlos como el Otro-Primitivo. Dicha apropiación tiene lugar en el contexto de un imaginario poscolonial y se convierte en un metaprimitivismo que tendría su correlato en lo que Torgovnick denomina proyección: “Los primitivos son nuestro ser indómito, nuestra fuerza del inconsciente; libidinosos, irracionales, violentos, peligrosos”. De las oposiciones binarias bueno/malo, racional/irracional, civilizado/salvaje, cultural/natural, las clases dominantes han expulsado de su ser el segundo término de las oposiciones y lo han proyectado en los olivoristas, como mecanismo de defensa. De esa manera, también las élites dominicanas han construido su identidad cultural imaginariamente como lo-que-no-son. Los olivoristas no sólo constituyen un Otro-Primitivo sino también un Otro-Dentro. El conjunto de tropos, imágenes y expresiones acerca del olivorismo, que aparece en el discurso popular, literario y académico, ha ido conformando un discurso primitivista.           
A partir de la muerte de Trujillo (1961), y más específicamente a finales de la década de los setenta y principio de los ochenta, ocurre un cambio drástico y significativo en los estudios culturales dominicanos con el surgimiento de nuevos intelectuales nacionales y extranjeros: el descubrimiento de que somos afro-dominicanos. En 1967, Carlos Larrazábal Blanco publica Los negros y la esclavitud en Santo Domingo, Dagoberto Tejeda, Mana: Monografía de un movimiento mesiánico…. (1978), June Rosenberg, El gagá: religión y sociedad…. (1979), Carlos Esteban Deive, Vudú y magia(1979) y La esclavitud del negro (1980), Martha Ellen Davis, Voces del purgatorio… (1981) La otra ciencia: el vudú dominicano… (1987), y central en nuestra investigación, el ensayo de Lusitania Martínez Un estudio preliminar acerca del movimiento de Palma Sola, como movimiento mesiánico y social campesino (1980). Atrás habían quedado, aunque no totalmente relegados, los estudios folkloristas e hispanófilos de Pedro Henríquez Ureña, Flérida de Nolasco, Emilio Rodríguez Demorizi, Emigdio Garrido Puello, y Edna Garrido de Boggs, entre otros.
Asimismo, como consecuencia de estos estudios afro-dominicanos, se produce un cambio con respecto al olivorismo. Del 14 al 28 de junio de 2002 se celebró en San Juan de la Maguana y en Santo Domingo el simposio La ruta hacia Liborio que reunió a antropólogos, historiadores, sociólogos, liboristas, testigos, simpatizantes y curiosos para examinar el olivorismo. Dicho evento fue patrocinado y promovido por el Ministerio de Cultura (2000-2004) presidido por el poeta Tony Raful. Así mismo, la UNESCO financió y apoyo las actividades de este evento. Dos años más tarde, en 2004, se publicó el libro de actas La ruta hacia Liborio, compilado por la figura señera de la antropología Martha Ellen Davis. En dicho libro se recogen las ponencias y talleres que tuvieron lugar durante esos días. Desigual como todo congreso, desigual como toda antología, en La ruta hacia Liborio hay propuestas y presentaciones excelentes, así como también, otros trabajos meramente informativos. Pero todas las intervenciones contribuyen, de alguna manera, a arrojar luz sobre el olivorismo con objetividad, admiración, pasión o respeto.
En este cambio en la recepción del olivorismo por parte de la intelectualidad dominicana, yo me pregunto ¿qué interés tiene la clase política, la cultura oficial en el olivorismo? ¿Por qué creó y apoyó el Ministerio de Cultura este evento? Las posibles respuestas podrían ser las siguientes: 1) apoyo a la cultura popular como expresión de la cultura nacional, 2) instrumentalización política de la cultura, 3) populismo intelectual, y 4) lo que denomino foucaultismo pop. La organización y publicación de este coloquio sobre el olivorismo por parte del Estado supone no ya una demonización del movimiento, como en el pasado, sino una apropiación. Al representar el olivorismo, entre otras expresiones de la cultura popular, el Estado dominicano se muestra como un Estado cultural, revolucionario. La apropiación del olivorismo disocia la imagen del otro negro del pasado con el otro negro del presente. ¿Qué hace el Estado dominicano actual en los espacios del otro, es decir, barrios marginados y campos remotos? ¿Construye y aprovisiona bibliotecas, escuelas, centro culturales, cine-teatros? ¿Subvenciona, promueve, apoya eventos de la cultura popular? El olivorismo se convierte en un fenómeno museográfico que niega la realidad del presente en los espacios de la marginación social. Con la apropiación oficial de la cultura popular, el Estado dominicano pretende identificar la cultura nacional con la cultura popular en un gesto de populismo político.
El movimiento mesiánico y milenarista del olivorismo constituye una de las más importantes expresiones de la cultura popular en la República Dominicana. Para muchos dominicanos, independientemente del apoyo estatal o de las investigaciones académicas, el olivorismo sigue ofreciendo fe y esperanza. Cada año, los días 24 y 27 de junio, fechas conmemorativas de San Juan Bautista y del asesinato de Liborio, respectivamente, se suceden peregrinaciones al calvario de Olivorio. El olivorismo es un espacio de la cultura popular que ha elaborado una resistencia semiótica que les ofrece a miles de dominicanos la posibilidad de expresar su cultura: religión, música, canto, baile, literatura oral, como alternativa a la homogeneización por parte de las élites en su imaginario hispanófilo y colonialista.
A la sentencia escrita por Emigdio Garrido Puello, que dice que “La pátina del tiempo pondrá sobre Olivorio olvido y lejanía”, le responde la salve: “Dicen que Liborio ha muerto/Liborio no ha muerto na´/Liborio lo que le pasa/ e´ que no come pendejá”. (Extracto de la conferencia “El olivorismo: cultura popular y resistencia semiótica en la República Dominicana” en el Centro Cultural Eduardo León Jimenes, el 29 de mayo de 2013) fvh, (Colorado State University)fort collins, co Fernando.Valerio-Holguin@ColoState.EDU

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